La energía del agua
"Esa energía de vida que hay en el agua que corre,
que nunca se estanca"
Cecilia
Cuentan que el conquistador que recorrió (con la arrogancia violenta de quien "descubre") las tierras de los guaraníes, se preguntaba desde muchos kilómetros de distancia qué sería ese tronar constante...
Quise poner una foto de las cataratas... no entiendo cómo. Quisiera comunicar ese imposible, aún con una foto. La grandeza infinita. La naturaleza en su esplendoroso poder. ¿Dios, quizás? ¿Dios en la "garganta del diablo"? Un trueno que nunca termina, generoso. Un fluir del agua: energía de la vida en plenitud. Millones de gotas hechas bruma, y en medio de ella multitudes de pájaros felices, negros, saltarines, jugando. Las lenguas velocísimas de agua por momentos rojiza y por otros amarronada. Las crestas blanquecinas que contornean la selva, que deviene insignificante. Una música ignota; un agitar de voces que acallan la voz, o la hacen estremecerse en el grito, de puro asombro. Una confluencia de voces naturales.
Nunca tuve interés por las cataratas, hasta que pasé a su lado, pidiendo permiso ante semejante grandeza. Una seducción que nunca acaba comienza desde ese momento. Nunca en mi vida ví algo tan enorme y poderoso. Jamás ví el rostro semejante de una naturaleza inconquistada, al menos mientras que luchemos... Las cataratas del Yguazú, acaso, son el resumen de una memoria, de miles de miradas y tactos y oidos y voces y gritos, que con el tiempo siguen clamando esa libertad indómita de América. Seducción de la barbarie americana.
El regalo de Yguazú, de la tierra guaraní, la mágica tierra colorada, de las miradas y los gestos de amigos, de esa fuerza, sea quizás lo que aún me sigue estremeciendo al evocar este viaje, el último, el primero.
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