Último día
[Ayer fue el último día de Claudio Salvador al frente del periódico «El grito misionero» de la diócesis de Iguazú]
El escritor del pueblo se enamora y escribe, sobre la tierra, letras emocionadas, valientes. No piensa en consecuencias, no elabora. Se derrama sobre el papel en versos, se compromete. Irremediablemente.
El escritor del pueblo reza con todos oraciones de tragedias cotidianas. Canta las esperanzas, comparte y abraza los sueños más soñados de la gente. Asiste e insiste, obsesionado en dejar escrita la historia verdadera. Esa otra historia que sin su servicio a veces queda, oculta, detrás de las vergüenzas.
Y luego llora. Desaparece, huye de las miradas hirientes, de las lenguas perversas. Se pierde él, pero no sus obras callejeras. Porque el escritor del pueblo es “lucha y contemplación”, Olimpo y arena. Es grito, monte y agua clara. Rústica amalgama de tempestad y siesta misionera.
El escritor del pueblo reacciona, se renueva. Aparece entre las letras amenazadas de la selva. Se entremezcla con espinas y fragantes enredaderas. Pero siempre vuelve, de maneras diferentes, caprichoso, cargado de ansiedad y de emergencias.
El escritor del pueblo –periodista a penas- parece estar hecho de la mejor madera.
C.S.
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