El desgarro
"López sonrió: los buenos augurios no podían durar para él. Eran simples oleadas de cosas que venían para irse, brisa fresca que duraba unos instantes, como la que había sentido al marcharse con sus bolsos y pertenencias, dejando atrás los muebles y los horarios y los encuentros furtivos o un poco ocasionales, apenas unas costumbres que se perdían en el recuerdo de un pasado que ya hacía tiempo había dejado de existir. Un pasado que había cedido, de improviso, a la confusión, al desorden, a la inexactitud que, paradójicamente, había vivido como estados de equilibrio y normalidad y hasta cierta plenitud".
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home