Ya sabemos lo sensible que es la gente como Juan Carlos Blumberg o Mauricio Macri cuando el orden se altera. Es como si se les hubiese filtrado una piedra en el zapato. El orden alterado los irrita (...) Acá no me vengan con cortes de ruta ni puentes. Háganlos cagar. (...) Es que la derecha defiende la vida de “los particulares”. Como si fuera una compañía de seguros, defiende la vida y la propiedad privada de “los particulares”. Algo particular en tanto privado. En tanto no público. (...) Los otros, los que marchan juntos en la manada, los que obstaculizan medidas o ajustes, los que piden por su parte no son particulares. Quedan abolidos de ese rango porque violan la principal premisa del “particular”: accionan políticamente. Para la derecha, la política es un privilegio de los políticos.
Pucha. Sabés que por una vez no coincido? Por supuesto que no hablo de la condena al homicidio, nos conocemos lo suficiente como para que no sea necesario aclarar eso. Hablo de otra cosa, hablo de mezclar la condena al homicidio con otros factores. Está bien criticar a Sobisch, por ejemplo. Incluso su decisión de reprimir a quienes cortan un puente, si querés, aunque con ello los manifestantes estén poniéndose objetivamente en el borde de la ilegalidad. Y es que siempre que dos hombres llegan a las bocas opuestas de un puente demasiado estrecho para que ambos puedan pasar al mismo tiempo, si uno de ellos no cede, ya sea por cortesía o por miedo, el enfrentamiento es inevitable. Pero una cosa es reprimir, y otra diferente oprimir de un gatillo o suponer que alguien ha mandado matar. Alguien puede creer que Sobisch, como político, pueda ser tan torpe de ordenar un homicidio que le puede costar la carrera?
Lo mismo digo en relación a Macri o Blumberg. No se pueden meter tantas cosas en una misma bolsa y pretender mantener la objetividad. Es lo que siempre me molestó de los discursos de izquierda: se pone lo naturalmente irrebatible al lado de aquello que sí se puede discutir, con la idea de que esto último se cargue artificialmente de irrebatibilidad. Pero a veces estas maniobras logran el efecto contrario. Lo cual habla de una gran cuota de irresponsabilidad.
Yo no me atrevería a hablar de Blumberg con tanto desdén. Cómo hacer para cuestionar la mirada que sobre la seguridad pueda tener una persona a la que le asesinaron a un hijo? No quisiera estar yo en sus pantalones. Es como si un derechista mañana acusara a los docentes que reclaman un aumento sindicándolos de enfrentar a la autoridad constituida, apuntando para ello con el dedo a los familiares de Fuentealba por haber insultado a un policía de gatillo fácil.
Desconfío profundamente del discurso de Sandra Russo. La condena al homicidio de Carlos Fuentealba es para mí un irrefutable. Pero hay allí, en su artículo, otras ideas, metidas todas en la misma bolsa, que no estoy dispuesto a comprar. Separar las aguas es una tarea siempre necesaria, en estos casos. Y se me hace que lo que esta señora hace es precisamente lo contrario.
quiero decir, también: pucha. Da para hablar mucho esto, pero me gusta que quede así, como lo decís. Tampoco estoy del todo de acuerdo con Sandra Russo (que a veces es efectista) pero percibo que tenemos diferencias contigo. Y lo digo desde dos lugares: por conocer muy bien Neuquén (y lo que hace día a día Sobisch) y por conocer bastante bien cómo funciona el Estado (y las órdenes y "excesos"). Aunque estaría bueno discutirlo. Alguna vez haremos las empanadas y podremos hablar, por ejemplo, de estas cosas. Por ahora, quiero agradecerte mucho por pasar y dejar este tipo de comentarios. Un abrazo j.
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Pucha. Sabés que por una vez no coincido? Por supuesto que no hablo de la condena al homicidio, nos conocemos lo suficiente como para que no sea necesario aclarar eso. Hablo de otra cosa, hablo de mezclar la condena al homicidio con otros factores. Está bien criticar a Sobisch, por ejemplo. Incluso su decisión de reprimir a quienes cortan un puente, si querés, aunque con ello los manifestantes estén poniéndose objetivamente en el borde de la ilegalidad. Y es que siempre que dos hombres llegan a las bocas opuestas de un puente demasiado estrecho para que ambos puedan pasar al mismo tiempo, si uno de ellos no cede, ya sea por cortesía o por miedo, el enfrentamiento es inevitable. Pero una cosa es reprimir, y otra diferente oprimir de un gatillo o suponer que alguien ha mandado matar. Alguien puede creer que Sobisch, como político, pueda ser tan torpe de ordenar un homicidio que le puede costar la carrera?
Lo mismo digo en relación a Macri o Blumberg. No se pueden meter tantas cosas en una misma bolsa y pretender mantener la objetividad. Es lo que siempre me molestó de los discursos de izquierda: se pone lo naturalmente irrebatible al lado de aquello que sí se puede discutir, con la idea de que esto último se cargue artificialmente de irrebatibilidad. Pero a veces estas maniobras logran el efecto contrario. Lo cual habla de una gran cuota de irresponsabilidad.
Yo no me atrevería a hablar de Blumberg con tanto desdén. Cómo hacer para cuestionar la mirada que sobre la seguridad pueda tener una persona a la que le asesinaron a un hijo? No quisiera estar yo en sus pantalones. Es como si un derechista mañana acusara a los docentes que reclaman un aumento sindicándolos de enfrentar a la autoridad constituida, apuntando para ello con el dedo a los familiares de Fuentealba por haber insultado a un policía de gatillo fácil.
Desconfío profundamente del discurso de Sandra Russo. La condena al homicidio de Carlos Fuentealba es para mí un irrefutable. Pero hay allí, en su artículo, otras ideas, metidas todas en la misma bolsa, que no estoy dispuesto a comprar. Separar las aguas es una tarea siempre necesaria, en estos casos. Y se me hace que lo que esta señora hace es precisamente lo contrario.
quiero decir, también: pucha. Da para hablar mucho esto, pero me gusta que quede así, como lo decís. Tampoco estoy del todo de acuerdo con Sandra Russo (que a veces es efectista) pero percibo que tenemos diferencias contigo. Y lo digo desde dos lugares: por conocer muy bien Neuquén (y lo que hace día a día Sobisch) y por conocer bastante bien cómo funciona el Estado (y las órdenes y "excesos"). Aunque estaría bueno discutirlo.
Alguna vez haremos las empanadas y podremos hablar, por ejemplo, de estas cosas.
Por ahora, quiero agradecerte mucho por pasar y dejar este tipo de comentarios.
Un abrazo
j.
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