Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago…
Ceremonioso, el “papable” Cardenal Jorge Bergoglio (tan silencioso o ¿miedoso? en la época de la Dictadura), advirtió en la Misa por la Educación que “con los chicos y los jóvenes no se experimenta”.
Tuvo una suerte de amnesia, cosa que suele ocurrirle frecuentemente a la jerarquía de la Iglesia. Se olvidó de los abusos cometidos por sacerdotes, innumerables; incluso los tantísimos no denunciados.
Se olvidó de los Hijos de desaparecidos, frente a los cuales la mayoría de la Iglesia jerárquica se quedó muda. Se olvidó de la pavorosa formación para el conformismo y el consumismo de muchísimas escuelas católicas. Se olvidó de la celebración del machismo y la homofobia en múltiples espacios del catolicismo institucional. Se olvidó de los chicos de la calle, que suelen ser una humanitaria excusa para que alguna iglesia logre suculentos subsidios. Se olvidó de esos adolescentes y jóvenes que a la Iglesia le producen pánico moral.
Todavía vivimos, y quizás por mucho tiempo, los coletazos de la modernidad conquistadora en la Iglesia, que tanto denunció el mismísimo Vaticano. Esa modernidad que, como sostenía Agnes Heller (claro, discípula de Georgy Lukacs), tiene como sello distintivo la contradicción entre lo se dice y lo que se hace.
Demasiadas palabras en la era mediática. Demasiada corrupción de la palabra. Demasiado silenciamiento de la Palabra (la “Dabar” del Antiguo Testamento, el “Logos” de Jesús).
Una nota biográfica sobre el “papable” Cardenal Bergoglio:
En tiempos de la Dictadura, Jorge Bergoglio era Provincial de la Compañía de Jesús (es decir, jefe de los Jesuitas en Argentina) y tenía diálogo con el presidente, el general Jorge Rafael Videla, ultra-católico y genocida. El padre Orlando Yorio, jesuita también, era sacerdote en la villa de Bajo Flores (donde yo trabajé en los años 77 y 78), de donde se lo llevaron las fuerzas armadas en 1976. Diez años después, fue el referente de los Seminarios de Formación Teológica, en los que yo participo como miembro del equipo de coordinación.
Un laico que trabajó activamente contra la Dictadura y que, en esos tiempos, denunció casos de violaciones de derechos humanos en el exterior, expresa: “Por los datos íntimos que poseían los militares y las preguntas que le hicieron en la ESMA, Yorio cree que Bergoglio o alguien muy próximo estaba presente en los interrogatorios. Si Yorio se salvó fue porque intervino el Vaticano. Bergoglio fue un entregador y muchos miembros de la Compañía de Jesús debieron exiliarse”.
Orlando Yorio nunca se recuperó por completo. Trabajó en el obispado de Quilmes (conducido por Monseñor Jorge Novak, presidente del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos durante la Dictadura) pero se sentía amenazado y se radicó en el Uruguay, donde murió en el año 2000. Poco antes evocó su relación con su "jefe" Bergoglio: “No tengo ningún motivo para pensar que hizo algo por nuestra libertad, sino todo lo contrario”.
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