Papeles viejos
Hace unos días me ocurrió algo extraño y prometedor. Estaba buscando un cuaderno de apuntes de filosofía moderna (para unas charlas sobre Hegel, Feurbach, Marx, Husserl, Bergson, Heidegger... viejos amigos que encuentro en una esquina sorpresiva. Algo que me reencuentra con un territorio querido, el de la filosofía). Pero me hizo estornudar de alegría (sobre todo por el polvo) encontrar, en la búsqueda, una carpeta que daba por perdida, donde tengo unas cuantas decenas de cuentos y poemas escritos entre 1977 y 1986. Perdí mucho tiempo, pero me reencontré con otro territorio: el de los sentimientos, el de los nudos y las repeticiones, el de los encuentros y las imágenes. Me sentí feliz y me tomé un whisky, y me fui al cine a ver Whisky Romeo Zulú, como para darme un descanso y otorgarle tranquilidad a mi alegría.
De a poco, me voy reencontrando con ese viejo yo, que quizás sea este que soy. Di con "La bailarina inmóvil", un cuento breve manuscrito que hicimos con un amigo, en 1973. Y con "Estos son los nombres", un texto rarísimo, donde se cruzan pequeños relatos, con poemas y fragmentos del Juicio a las Juntas. Y como separadores, los nombres de todos los desaparecidos de La Plata. Lo leo y me encuentro con un clima y un fervor que también me dejaron así, estornudando (pero que siempre siento como una raíz imprescindible).
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