Mateo
Nació Mateo, mi primer sobrino-nieto. Fue ayer, a las 13.50; pesó 3,400 kg. Mi sobrina, María Rosa, estuvo muy tranquila desde horas antes del parto, y cuando los fui a ver, creo que el bebé lleva esa paz de sus padres.
Qué emoción produce sentir una nueva vida, más cuando a uno a veces lo sorprende esa sensación de que la vida, en cualquier momento, empieza su declinación. Qué alegres indicios de vida son esos piesitos rojizos, ese cuerpito que quiere volver a la posición fetal (acaso toda la vida), esos ojitos que apenas se abren, esos labios que de vez en cuando succionan en el aire o aciertan con la teta, esa cabecita que enseguida del parto parece la de uno de los personajes de los Simpson. Y, además, qué plenos se los veía a los padres: María Rosa y Alejandro.
Cuatro generaciones: bisabuela, tío-abuelo, María Rosa y Mateo
Por más que uno vea todo lo mejor, siempre hay algunos errores. El pobre Mateo es socio al minuto de Gimnasia y Esgrima de La Plata!! Claro, cosas del padre. Si fuera por la madre, el abuelo, la abuela, la bisabuela, yo, sería de Estudiantes. Pero lo bueno es que los niños crecen y tienen tiempo de pensar y sentir las maneras de encontrar los caminos correctos (que en lo posible tienen que distanciarse del "camino del Padre").
Y aquí estoy, me dicen que un poco baboso... Pero bueno, la vida me sorprende y me emociona. Incluso como un preyecto que también uno puede hacer carne: el de la vida nueva.