Latinoamericano

Los tíos de Caro se sorprendieron porque recién ahora fui por primera vez a Europa. Pero claro, "Jorge es más latinoamericano", dijeron.

Miraba estas fotos: una de hace más de veinticinco años y la otra de hace unos diez años y me di cuenta que fui muy latinoamericano.

Claro, los Setenta produjeron silencio y miedo, pero también esos aires de "militante" (yo soy el de la gorrita color caqui) que me hicieron vivir algunas inconciencias, además de comer galletitas. (Qué será de la vida de Teresita, la de remera rayada; cómo me gustaba).

El Valle Sagrado de los Incas, por otra parte, produce la sensación y la apariencia también de un latinoamericano. Quizás la altura, los colores, los silenciosos sonidos de una historia, la bruma.

De todos modos, ahora no creo haberme afrancesado demasiado. Aunque hoy no diría "era hora", uno trata de hacer una síntesis en su pequeña biografía. Y está bueno.

De fumadores

El viernes a la noche fue casi mágico. Entre las palabras abiertas y audaces, también se abrió el humo en un bar de la calle Piedras, cerca de Avenida de Mayo; un bar con onda muy intensa. Me sorprende la lentitud porteña para conquistar nuevamente los espacios con el humo (Madrid desafió la ley hace un tiempo ya: no quedan bares o restaurantes donde no se permita fumar). En Córdoba hay más gente en las mesas fuera de los bares que adentro.

Entre otras cosas, uno tiene esa secreta esperanza de dejar de fumar, pero no por obligación o por una ley...

Me vendría bien. A veces me falta el aire, las piernas me pesan, siento los pulmones cargados o congestionados (y esa tos que no me deja reirme a carcajadas), el cansancio y el sueño me acechan. Tantos años... (tanta compañía): encontré una foto vieja de pseudo-fumanchero de campamento.

Después de todo, no es fácil una decisión permanente. Aunque, en defintiva, dejar de fumar es lo más fácil del mundo; como dijo en una oportunidad George Bernard Shaw, "yo ya dejé de fumar como cien veces". Y cada vez uno se enagaña diciendo "No fumo más".

Enamoradas

Qué fuerza tiene el final de la primavera. De las ocho enamoradas del muro que planté la semana pasada, seis parece que ya "se enamoraron": están bien agarraditas a la pared del vecino y a la de la clínica.

Sin embargo, "el muro" permanece inmóvil, hasta frío si no le da el sol más pleno.

Imágenes de París

Imaginé miles de formas de París. De Orly fuimos en bus hasta tomar el Metro en Denfert Rochereau. Cuando subí del Metro (en Étinenne Marcel, a pocas cuadras del hotel) algo incontrolable me invadió. Desde el primer momento me dí cuenta que esa podía ser la ciudad en la que viviera, como si me hubiese estado esperando; como si desde siempre fuese mi ciudad.

Uno de los lugares que más quería conocer era la Ile de la Cité. No sé por qué, quería contemplar el Sena desde el extremo oeste de la isla (creo no equivocarme con el punto cardinal; por lo pronto, es el extremo contrario a la Ile Saint Louis). Y allí estaba, con ese pequeño sauce llorón.

En los pocos días que estuve (por primera vez) en París, fui tres veces a la Ile de la Cité. Eran pocas cuadras; o, en todo caso, unas pocas estaciones: Les Halles, Chatelet y, finalmente, Cité.

Pero tal vez lo que más me llamó la atención fue descubrir, en el paseo por el río, los diminutos barrios de carpas donde vive la gente junto al Sena. Contrastes de un París asombroso.

Callas

Compras que me gustaron:

En París, una bufanda rayada. En Benalmádena una remera (todos me dicen que está linda) y una campera liviana. En Roma, unos pantalones... Además, algunas pavadas de adorno.

Pero lo que más me gustó es el CD doble de María Callas que compré en El Corte Inglés, en Madrid. Como siempre, la voz de María Callas me estremece; es lo máximo.

Findesemana

Noviembre me está resultando denso y largo, después del viaje. Me siento bastante ajeno al mundo de los funcionarios y los empleados públicos. También, cada vez más, me siento como sapo de otro pozo con los académicos (al menos, con los rioplatenses).

Queda poco más de un mes para terminar el año. Uno imagina que ahí comienzan, indudablemente, nuevas oportunidades. También los fines de semana tienen un poco de gusto a final y a comienzo.